Se trata de una práctica erótica basada en las ataduras. Su fin es la inmovilización del cuerpo o de alguna parte en concreto. Para ello se pueden usar esposas, cuerdas, telas, etc. La segregación de hormonas como la adrenalina, que se genera por la sensación de peligro simbólico, o de la oxitocina, provocan las sensaciones de excitación, tranquilidad y placer.